El experimento de Milgram

¿Puede el ser humano cometer acciones en contra de su moral solo por obediencia a la autoridad?


El experimento de Milgram, diseñado para investigar la obediencia a la autoridad, consiste en un procedimiento donde los participantes, creyendo que están participando en un estudio sobre el aprendizaje y la memoria, son asignados al rol de "maestros",  mientras que un actor (cómplice del experimentador) asume el rol de "alumno". Estos son ubicados en habitaciones separadas donde pueden escucharse pero no verse.

El maestro debe leer una serie de palabras al alumno y luego preguntarle para que este la repita correctamente. Si el alumno comete un error, el maestro debe administrarle una descarga eléctrica, aumentando la intensidad de la descarga con cada error sucesivo. Las descargas eléctricas son simuladas; el alumno (actor) no recibe descargas reales pero actúa como si lo hiciera. La máquina de descargas tiene una escala que va desde 15 voltios (etiquetado como "leve") hasta 450 voltios (etiquetado como "peligro: descarga severa" y que podía llegar a acabar con la vida del alumno). Con cada aumento en la intensidad de la descarga, el alumno comenzaba a mostrar signos de dolor: gritos, súplicas para detener el experimento y finalmente un silencio que simulaba inconsciencia o algo peor. Si el maestro dudaba o intentaba detenerse, el experimentador, una figura de autoridad, le daba una serie de órdenes para que continuara.

Los resultados fueron sorprendentes y alarmantes:

  • Aproximadamente el 65% de los participantes (26 de 40) administraron la descarga máxima de 450 voltios, a pesar del evidente sufrimiento del "alumno".
  • La mayoría de los participantes mostraron signos de estrés y conflicto emocional, pero continuaron obedeciendo las órdenes del experimentador.                                                                                                                                                                                                                                                                    El experimento de Milgram mostró que muchas personas son capaces de realizar acciones que contradicen sus valores y principios morales. Esto nos enseña lo importante juzgar nuestras acciones con nuestro propio criterio. No debemos obedecer ciegamente, especialmente cuando las órdenes pueden causar daño a otros. El estudio nos recuerda que debemos cuestionar las órdenes injustas y actuar con ética, protegiendo la dignidad y el bienestar de los demás.
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